Os cuento nuestra experiencia con la clase. Nada más llegar Nuria nos atendió amablemente y nos explicó un poco en qué consistía la clase, todo muy relajado y siguiendo el ritmo de los bebés, si se quedaban dormiditos no había problema, si no les apetecía cierta actividad tampoco. Nos dijo que por lo general acaban aguantando toda la sesión (45 minutos) conforme van pasando las clases, aunque Princesota aguantó perfectamente.
Cuando entramos había un proyector de estrellitas de un montón de colores que se reflejaba en el techo, y claro os podéis imaginar Princesota y los demás bebés estaban alucinados. Las clases las dirige Nuria y uno de los papás está con el bebé repitiendo todo lo que ella hace. Todo el rato suenan canciones y sobre ellas se va construyendo la clase. Lo que más me gustó es que es una clase muy sensorial, y eso a los peques les encanta, juguetes de luz, telas brillantes, plumas, cintas, marionetas... Vamos, el paraíso del entretenimiento.
Otra cosa que me gustó mucho de la clase es que Nuria utiliza el lenguaje de signos en algunos momentos y justo la semana pasada había leído lo beneficioso que es para los bebés poder expresarse mediante los signos cuando aún no saben hablar, así que me pareció algo muy interesante y sobre lo que intentaré trabajar.
En resúmen Princesota se lo pasó pipa, disfrutó con los demás bebés y con la cantidad de cosas que Nuria iba sacando y su padre y yo disfrutamos como enanos viendo cómo se lo pasaban los peques y lo bonito que es ver cómo van descubriendo y cómo todo les llama la atención. La verdad es que fue una experiencia muy bonita además de relajante.
Así que os animo a que asistáis a algún taller ya que creo que es una experiencia muy recomendable tanto para peques como para mayores.
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