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miércoles, 22 de abril de 2015

Lactancia materna: Un regalo para toda la vida


No hay frase que me parezca más acertada para la lactancia materna que la del libro de Carlos González. Cuando me quedé embarazada tenía clarísimo que quería dar el pecho, me informé todo lo que pude sobre el tema, la teoría la tenía muy bien aprendida pero cuando llegó el momento de la verdad todo se complicó.

En el paritorio cuando me dieron a mi pequeña, la matrona me dijo que me pusiera tumbada de lado para darle el pecho a la Princesota. Cuando llegué a la habitación seguí en la misma postura, por poco tiempo ya que cuando llegaron para limpiarme y darme algo de medicación por casi me matan cuando me vieron de lado, que no podía estar así, que tenía que estar boca arriba, que eso era malísimo para el útero, realmente no entendí en esos momentos dos posiciones tan opuestas, pero claro yo hice caso a lo que me decían y no dije ni mu. Consecuencia, yo tumbada boca arriba con mi niña enganchada al pecho derecho de aquella manera durante dos horas, resultado, una grieta como un caballo de grande. Así que habíamos empezado fenomenal con la lactancia, en las siguientes horas no sé explicar de qué manera tenía otra grieta en el pecho izquierdo, no tan grande como la otra, pero el dolor cada vez que se enganchaba mi hija era considerable, así que triunfé totalmente.

A partir de ahí empezó mi sufrimiento particular ¿Esto de la lactancia no era algo maravilloso, especial, algo único...? pues yo no le veía la gracia por ninguna parte, cada vez que tenía que ponerme la niña al pecho empezaba con unos sudores y una angustia que lo que hacía era que intentara retrasar todo lo posible las tomas (todo lo posible eran 10 minutos, porque mi hija lógicamente no perdonaba, jejeje). Ya en el hospital antes de irme, la matrona me dijo que la niña se enganchaba perfectamente, por lo menos la teoría sí que me sirvió de algo, pero tarde...

Sabiendo que el enganche de Princesota era bueno tenía claro que en cuestión de 4 días o así mis grietas estarían curadas, pero cada toma era un suplicio y yo cada vez que escuchaba ese lloro desesperado me hundía, las grietas se hicieron costra y efectivamente acabaron despareciendo. Primera prueba superada pero... A mi los pezones me seguían doliendo una barbaridad, cada vez que me duchaba tenía que tener un cuidado extremo porque un solo roce me hacía ver las estrellas ¿Qué pasaba entonces? No entendía nada, pero suponía que formaba parte del proceso, pasaron unos días y yo no notaba ninguna mejoría y para añadir más alegría al asunto yo parecía una fuente de leche a la que le salían chorros exagerados y vino la primera obstrucción, una parte del pecho como una piedra, un dolor que no veas y leve enrojecimiento ¿Y qué hago yo ahora? como sea una mastitis... Visita al médico y me dicen que comienzo de mastitis, me mandan antibióticos si empeora la cosa durante el fin de semana, yo no puedo con la vida más y decido llamar a la matrona que me dió clases de pilates en el embarazo y parte de las clases de preparación al parto, que forma parte de un grupo de matronas que ofrecen sus servicios a domicilio.

Vino a verme el fin de semana, estuvimos hablando un buen rato y me estuvo viendo con la niña, efectivamente era una fuente, la Cibeles por lo menos, pero tranquilidad tienes mucha leche y tu cuerpo se está reajustando me decía, en cuanto a la obstrucción (no mastitis, es curioso qué desinformación hay respecto a la lactancia hoy en día, haré un post al respecto sobre mi experiencia), calor antes de cada toma con masaje en círculos en dirección al pezón y cuando la niña mamara también masaje, en cuanto a la postura, poner la barbilla de Princesota en dirección a dónde estaba la obstrucción para drenar el atasquillo, respecto al dolor que aún tenía en los pezones sobre todo en el derecho que era horrible, me dijo que lo tenía irritadísimo, no había manera de conseguir que no me doliera el enganche (cosa que con el izquierdo sí logramos), solución: un par de días usando sacaleches en ese pecho para darle un descanso y la niña tomando la leche en biberón o jeringuilla, a mi elección. La verdad que mano de santo, en un día y medio se había reducido considerablemente el dolor. Así que por fin parecía que veíamos la luz al final del tunel.

Empecé a cogerle el truquillo a la lactancia y parecía que Princesota y yo nos compenetrábamos cada vez más, se sucedieron más obstrucciones, siempre en el pecho derecho, pero me volví una experta en solucionarlas, también pasé por una pequeña perla de leche, pero afortunadamente se solucionó rápida y fácilmente, el reflejo de eyección exagerado continuó y una asesora de lactancia me dijo que Princesota abría muy poco la boquita, pero no eran problemas de frenillo ni nada por el estilo, que la diera tiempo y efectivamente el problema se solucionó solo.

En definitiva, llevo 8 meses con lactancia materna y de momento no tengo intención de dejarlo, es algo que me encanta y de lo que disfruto muchísimo. Al principio me flaquearon las fuerzas varias veces, pero me mantuve y lo conseguí. Entiendo a todas aquellas madres que acaban dejando la lactancia porque es algo complicado y por mi propia experiencia algo sobre lo que es difícil que te asesoren, por tanto, mi consejo es que antes de dar a luz busquéis una asesora de lactancia por vuestra zona por si acaso tenéis que acudir a ella. Vuestra experiencia no tiene por qué pasar por grietas, ni obstrucciones, ni nada parecido, pero si es así apoyaros en gente experta porque conseguiréis salvar la lactancia seguramente.

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